Trabajar, la maldición
bíblica. Para creyentes y no creyentes como todo ser viviente debe trabajar
para cubrir sus necesidades.
Decíamos que el trabajo fue lo primordial, de lo a él
detraído se fue formando el capital. Como ejemplo más evidente, las pirámides
de Egipto. El trabajo de generaciones se
generó el capital del que dispone el pueblo egipcio actual. Pero hemos de tener
en cuenta que ese capital no lo formaron sólo los que intervenían en la
construcción directa sino también los agricultores de cuyos excedentes se
alimentaban aquellos y los guerreros que defendían sus fronteras entre otros.
La apropiación de ese
excedente del trabajo, fue el segundo paso. Aquí es necesario insistir en que
tener significa por necesidad tener que mantener y por tanto no es suficiente
detraer momentáneamente para generar un capital, sino que necesariamente hay
que seguir detrayendo para que aquél tener, pueda seguir existiendo. Aquí
podríamos colocar el término amortización. Hay que diferenciar entre
amortización real y contable pues muchas veces no se tienen claro ambos
conceptos. Amortización contable es un pre supuesto, es decir un cálculo de
vida del bien que se tiene. Este cálculo se mantiene como una entelequia, útil
si se quiere pero no deja de ser un pre supuesto, algo para orientarse en la
previsión pero lo importante es la amortización real, es decir, el esfuerzo con
que se generó el bien, dividido por el periodo de tiempo del cual se ha
disfrutado de su existencia. Bajo el punto de vista de la amortización real,
las pirámides de Giza no puede decirse que estén amortizadas, ni se puede hacer
el cálculo de su valor aunque conociéramos el valor del trabajo realizado
siglos atrás.
Para que siga existiendo
un bien, hay que gastar esfuerzos en su mantenimiento, es una perogrullada pero
está en el origen de la apropiación de parte del valor del trabajo. Supongamos
que se construye un molino de agua para moler grano. Si todo el beneficio
obtenido se destina al disfrute, no se dispondrá de medios para reparar la
rotura de una pala.
El medio por el cual se
decidió asegurar que la pala será reparada fue el de la apropiación por un
reducido número de participantes de unos excedentes generados por los
trabajadores directos. Hay otros métodos, no cabe duda pero el que se ha
demostrado como no viable es que cada uno de esos trabajadores detraiga
voluntariamente una parte a cubrir esas contingencias propias de mantener y en
su caso reproducir el sistema. Todos los sistemas de cooperación que se
implantaron durante el siglo XIX, fracasaron.
De la previsión de las
necesidades seguras para mantener el ser humano es la previsión de la vejez,
pues bien, hubo de recurrirse a la imposición, a la obligatoriedad para que
cuando llegara la fecha ineludible se dispusiera de medios para sobrevivir. Que
tal imposición sea enmascarada por la aportación por parte de la empresa de una
quinta parte de lo obtenido por el trabajador no es más que eso enmascarar que
lo aporta el propio trabajador al cual se le ha obligado a no disfrutar el
producto de su trabajo en el momento en que lo obtiene.
Algo hay en el ser humano
una tendencia hedonista innegable que para vivir en sociedad debe moderarse. En
los primeros tiempos fue la religión la que, con la promesa del Paraíso, una
reencarnación mejor o cualquier otro subterfugio, hizo el papel de moderador de
esa inclinación humana. Hoy en los países occidentales no basta con ello, no
vamos a entrar en disquisiciones del porqué, simplemente es un hecho evidente.
También es un hecho
evidente que para mantener nuestro estilo de vida occidental tenemos mucho,
autopistas, puentes, jardines, museos etc. y por tanto el esfuerzo para
mantenerlos se multiplica exponencialmente. Pero no sólo para mantener el
disfrute, sino los medios de producción, aquellos que aseguran que se seguirán
produciendo.
¿Estamos seguros de que
cada uno de nosotros seríamos capaces de detraer periódicamente una parte de
nuestros ingresos para destinarlos a mantener aunque sólo fuera nuestro puesto
de trabajo? Uno a uno contestaríamos afirmativamente pero en cuanto a si lo
harían otras personas que conocemos no me cabe la menor duda que la respuesta
sería la contraria.
¿Dónde está pues el
origen de la acumulación de capital?
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