viernes, 17 de junio de 2011

De las ratas y los hombres


Parece que las ratas han seguido al hombre desde que este ha acumulado comestibles y a su pesar le han acompañado por tierra, cielo y mar. El daño y la sustracción que provocan ha hecho que inventara toda suerte de estrategias para conservar sus alimentos fuera del alcance de estos roedores prolíficos e inteligentes. Tan inteligentes que cuando una rata come un producto envenenado y muere de inmediato, la rata vecina asocia enseguida la comida y la tragedia y deja de comer aquella materia. La inmediatez pone en alerta al superviviente y el veneno no ingerido no le produce ningún efecto.
Pero el hombre es ingenioso y ha descubierto los cumaroles, unas sustancias que tiene el trébol dulce que producen hemorragias y muerte pero su efecto es retardado, entre 48 y 72 horas, de tal forma que no asocian su ingesta y la hemorragia.
Si ha leído hasta aquí ya sabe, si no lo sabía, como conseguir liquidar roedores en particular. Si pretende alcanzar una ley general, como modestamente he deducido podría enunciarla algo así como: si pretende algo, procure disimular y tener paciencia, ponga distancia entre acto y efecto. Funciona igual para ratas y para personas.
Veamos ejemplos: el primero, ¿Podría ser el dinero de plástico? Si es Vd un afortunado capitalista o un político interesado en la reactivación del consumo privado, emplee el sistema. Tiene una absoluta garantía. No se preocupe porque el afectado por el veneno, naturalmente no mortal porque entonces el negocio sería ruinoso, no genera anticuerpos, antes al contrario, adicción. También funcionan así sistemas más antiguos como los plazos y las letras de cambio. Sobra capital para financiar estas compras y al trabajador se le paga opíparamente, según Vd claro, esta es la forma de detraerle con su aquiescencia, parte de ese salario.
Otro ejemplo, las ETT. Se paga bien, mejor que siendo de plantilla de la empresa, claro que los empleados por el sistema no advierten que las horas que firman son todas ellas trabajadas y si por medio hay una gripe tendrá asistencia sanitaria pero las horas que no haya trabajado, las debe. Será problema suyo si es algo más que una gripe pero si uno es joven ¿quién piensa en algo más que en una gripe? Se incluyen las vacaciones, si señor. Pero, si se es joven ¿Cómo se logra detraer en febrero una cantidad para gastarla en agosto?. Pagas extraordinarias, claro que se prorratean pero es aplicable también lo dicho anteriormente.
¿Pretende que le ponga otro ejemplo? Concedido: el pago en negro. Si tenemos en cuenta que los costes sociales llegan al 30%, imagine si se le aumenta un 18%. Perfecto ¿Quién piensa en jubilarse? Hay aún tanto por recorrer estando en la flor de la vida. Carpe diem. Viudedad, orfandad, no son conceptos que deban tenerse en cuenta cuando se es aún célibe.
¿Aún no cree que es suficiente? Las prejubilaciones. ¿Dónde está el negocio de seguir pagando a una persona que no va a realizar ningún trabajo? No parece razonable que empresarios de prosapia, curtidos en mil lances económicos, duchos en la batalla por el beneficio hayan caído en la trampa. ¿Será que las nuevas tecnologías son absolutamente opacas a las mentes formadas pero con más de cincuenta años? ¿Será que estos trabajadores que en otros tiempos eran los que tenían experiencia y por tanto los más valorados, se han abonado a la inoperancia y al malhacer? Muchas preguntas que probablemente contestaremos negativamente pero no se me ocurren otras. Pero si lo pienso bien y aplico lo de las ratas a lo mejor saco alguna conclusión. Veamos: Se paga al cesante, inoperante, caduco vejestorio. Las cuentas de resultados, balances, beneficios son de lágrima sincera, una verdadera pena, un ruinoso negocio que no permite gravar rentas no percibidas por tanto, indirectamente, parte de ello lo paga la sociedad entera pero ésta no se “entera”, no lo asocia. Por menos de la mitad, se contrata a un émulo “condal”, cuando no un “becario” y se garantiza la adhesión de un “ángel si señor” sin otras aspiraciones que ascender por la cucaña porque los que le han precedido no tenían su valía, sus conocimientos, su dedicación, su amor por la empresa, tenían vida familiar, hijos y responsabilidades. No se ve que aquél pre-jubilado tenía algo que llamaban antigüedad en la empresa, trienios, despidos improcedentes.
Perdone pero lo suyo pasa de ser escéptico ¿quiere más? ¿El euro le va bien? Concedido. Bajo el punto de vista puramente matemático 166,386 pesetillas son un euro y por tanto que la moneda tenga un alto valor facial o que éste sea bajo es exactamente igual, lo acepto. Veamos el efecto real de un escamoteo similar al que nos hace el gran Tamariz que con una baraja nos desconcierta porque sabemos que hay trampa pero nos hace sentir como tontos aturdidos, alelados presenciamos las cartas, ponemos nuestros cinco sentidos y alguno más, nos jugaríamos el pellejo, el cuello de que tenemos razón pero su buen hacer nos deja perplejos. Bien, 166,386 pesetas son un euro por tanto los precios son el resultado de dividir por166,386 y aquí paz y después gloria. Pero algún lector nos dirá que no entiende de cuentas pero sí de lo que le queda a fin de mes y ello no se divide precisamente por 166,386. Aplique lo de las rata y verá de qué se trata. Si rebajaran el sueldo en las nóminas se arma Brabante y San Quintín y más si hiciera falta. Vea como se puede hacer de una forma cómoda, segura y elegante. Si Vd divide pequeñas cantidades, el valor del pan, las berenjenas y las humildes patatas, por las consabidas 166,386, le salen tantos decimales que obligarían a una moneda fraccionaria ridícula como era nuestra humilde y estañosa peseta. Como se ve por meras necesidades circunstanciales, coyunturales diría un político experimentado, no es posible y hasta el más humilde ve a las actuales y desaparecidas monedas de cobre del actual sistema monetario como anacrónicas, antiguas, pasadas tres pueblos. Ahora tome el precio antiguo, en pesetas me refiero, de un deportivo de lujo y verá como se cumple la regla de que el precio antiguo es exactamente equivalente al anterior, lo cual demuestra que no hay inflación y que el peso del cambio de unidad monetaria no significa un empobrecimiento del trabajador como algún malpensante, entre los que me encuentro, cree. Cuentan las crónicas que en una de sus visitas a las fábricas, el presidente de la Generalitat, en aquél entonces el señor Pujol, preguntó a un trabajador como se desplazaba y éste le contestó que con una moto de gran cilindrada. El Sr. Pujol le contestó, es de suponer que su pensamiento se deslizó involuntariamente, cosa poco frecuente en él. “Me parece que los sueldos son excesivos”. Lo del euro ¿es la rectificación de aquél estado de los sueldos? Contéstese Vd mismo la pregunta.
Si quiere prosperar piense siempre en la similitud entre las ratas y los hombres y sobre todo aplíque la distancia entre causa y efecto. Es un consejo que le ofrezco gratuitamente por haber tenido la deferencia de leer hasta aquí.

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