domingo, 12 de junio de 2011

Namibia ¿destino turístico?

Decididamente no, Namibia no lo es, es para viajeros, es para gente que siente la necesidad de algo distinto, naturaleza pura, soledad sobrecogedora y libertad. Nada allá es de masas. Es distinto a todo, no hay monumentos, escasos museos y prescindibles, pocas ciudades y playas no competitivas pero la sensación de plenitud y aire puro es impagable.
El visitante está obligado a desplazarse, a participar activamente. Es muy extensa, abarca un territorio como Francia, Suiza, Holanda y Bélgica. Tres cuartas partes están entre el Ecuador y el Trópico de Capricornio pero nada más lejos del país tropical al uso. Su régimen de lluvias es escasísimo ya que sus costas están bañadas por la corriente fría de Benguela que asciende hacia el Ecuador desde la Antártida. Por otra parte, paralelo a la costa discurre una cordillera no muy elevada (el pico Brandberg tiene apenas 2500 metros), sólo lo suficiente para que no penetren las nubes costeras. Paralelo a ella queda una franja de suaves colinas mesetarias a un nivel medio de mil metros que en su cuadrante sureste se prolonga con la depresión del Kalahari repartido entre Namibia y Botswana.
¿Ciudades?. Si exceptuamos la capital Windhoek que agrupa una décima parte del millón y medio de namibios, prácticamente no existen. Sólo pequeñas agrupaciones de casas de mampostería, repartidas estratégicamente por el territorio para albergar las gasolineras y supermercados de estilo más o menos europeo donde se abastece una población diseminada cuya principal fuente de ingresos es la ganadería, formada por cabras y vacas además del cordero Karakul de apreciadísima lana. El resto lo forman los kraal, los cercados de espinos y ramas que engloban los establos y las chozas tradicionales donde se desarrolla la vida seminómada de la familia poligámica Namibia en los lugares donde es posible la ganadería claro está.
¿Parques Nacionales? Los que quiera, al menos una cuarta parte de este inmenso territorio lo son y en ellos reside el gran atractivo del país, incluso junto al más extenso, el Namib Naukluft hay uno privado, el Namib Rand, cuya extensión querrían para sí muchas provincias españolas. Otro lujo, inconcebible en otro país, es la zona restringida  que abarca no ya la extensión de una provincia sino la de una región española, está situada al sur del Namib y alcanza hasta la frontera con Sudáfrica. El motivo de tal restricción es que es zona diamantífera. ¡Ya es ironía del destino que se encuentren diamantes en una de las tierras más inhóspitas del mundo!.
¿La costa?, una inmensa playa de mil doscientos kilómetros que administrativamente está dividida pero que es prácticamente homogénea, donde se extienden algunas poblaciones en los escasos huecos que la arena permite, Lüderitz, Walbis bay, Swakopmund son algunas de ellas. Tan homogénea es que está casi matemáticamente salpicada de pecios (¿se llamarán pecios a los buques naufragados en la arena?) de los innumerables barcos que han terminado embarrancados en una costa baja y peligrosa que sólo en su mitad norte recibe el gráfico nombre de Costa de los Esqueletos pero que los tiene a todo el largo costero. Cuentan que algunos de ellos embarrancaron porque veían luces que confundían con faros cuando eran las luces de los mineros que buscaban diamantes en el interior. Parecen haber contribuido también, las permanentes e intensas nieblas matinales que provoca la corriente de Benguela que a su vez son la única fuente de humedad para la reseca tierra.
La inmensa riqueza del mar contrasta con la cicatería del territorio. Es un mar donde las flotas pesqueras se congregan para cosechar lo que no han sembrado, entre ellas la española. No sólo pescan los barcos, también las focas. Es muy fácil ver colonias de varios centenares  descansando en la playa y si se trata del Cabo Cross se calculan entre cincuenta y cien mil las que allí se congregan para parir, ofreciendo un espectáculo casi gratuito (se cobra entrada) que colma los sentidos: el oído por el escándalo de sus gruñidos, la vista por la inmensidad de carne foquil, aderezada con chacales y alguna hiena merodeando a la busca de la foquita huérfana y el olfato por el olor que despide tantísimo animal junto que casi se mastica. No le recomiendo que intente satisfacer el tacto aunque su piel lustrosa y brillante invite a hacerlo.
Antes de hablar de la población, unas notas de Historia ayudarán a comprender la realidad actual. Como es común en África, las poblaciones se distribuyen en grupos más o menos homogéneos que se reconocen entre sí tanto por sus rasgos físicos como por los lingüísticos. En una tierra inhóspita, la densidad de población es mínima ya que la economía no permite su sustento, por ello los contactos entre grupos han sido ocasionales dando lugar a múltiples variaciones incluso dentro de una misma etnia. El paradigma: las diferencias entre los herero y los himba. Étnicamente son bantús pero los herero fueron cristianizados a mediados del siglo XIX por pastores protestantes que escandalizados por su desnudez, lograron que adoptaran la moda occidental, grandes faldones hasta los tobillos, blusa y la cabeza cubierta, tan al pie de la letra lo tomaron que hoy es una de las señas de identidad del grupo, tanto es así que aún cuando una mujer herero de la ciudad pueda llevar ropa occidental, en los grandes festejos se viste a la antigua usanza. Los himba por el contrario permanecieron fieles a sus creencias tradicionales y las mujeres y los niños se untan todo el cuerpo y los cabellos con una mezcla de grasa y tierra roja y visten un faldón corto de piel.
La llegada de los occidentales se materializó a fines del siglo XV con la llegada de los portugueses que se testimonió con una cruz erigida en el cabo de tal nombre (Cabo Cross) pero nada más, no había nada que les interesara y no volvieron. A finales del siglo XIX la fiebre colonial afectó a un alemán, Adolf Lüderitz, el cual compró al jefe de la tribu nata un terreno de veinte millas alrededor de lo que luego sería la ciudad que lleva su nombre. Es un triste paradigma de la colonización porque una vez firmada la venta se le informó al jefe que las millas no eran las inglesas, 1,8 Km, sino la antigua alemana, 7 Km, de forma que el jefe se quedó sin jefatura. Luego el estado alemán se hizo cargo de tales terrenos y en el reparto de Berlin de 1895 le correspondió el territorio comprendido entre los ríos Kunene que la separa de Angola y Orange que le separa de Sudáfrica aún hoy fronteras de Namibia. La colonización alemana no fue pacífica, los herero del norte ofrecieron gran resistencia pero sucumbieron y el país quedó “pacificado” en 1906. Poco duró formalmente el dominio alemán, al perder la guerra de 1914 – 1918, Alemania fue desposeída de sus colonias y África del Sudoeste que así se llamaba, pasó a ser un protectorado de Sudáfrica por mandato de la Sociedad de Naciones. A pesar de que en 1965, la ONU adoptó el acuerdo de terminar con el mandato y lograr su independencia, hasta 1990 no se consiguió. Sudáfrica resistió el embargo y la presión internacional hasta el fin del odiado sistema del apartheid sudafricano. Desde entonces un gobierno de mayoría negra intenta compatibilizar todos los intereses que convergen en el país, desde las clases más empobrecidas, cuyo único horizonte es la supervivencia, hasta los de las compañías pesqueras y mineras. Debe recordarse que es un gran productor de uranio que se obtiene en la mina de Rossing y que, aunque económicamente no es aún viable la explotación, hay ingentes cantidades de diamantes sepultados bajo las dunas. El gobierno no lo tiene fácil, la gran dispersión poblacional hace que sea difícil mantener servicios sociales dignos y elevar su renta.
Esta introducción histórica nos permite comprender la realidad Namibia por otra parte bastante común en este cono sur africano, una minoría blanca intenta mantenerse en el poder en la sombra, mientras el poder político en manos de la mayoría negra adopta una actitud expectante y pragmática, esperando que el tiempo vaya a su favor y equilibre lo que a todas luces hoy por hoy está desequilibrado. El cambio mundial producido desde el comienzo de los noventa hace que sea la única vía posible para la supervivencia.
Namibia está íntimamente ligada a la Unión Sudafricana, su moneda, el dólar namibio tiene el mismo valor que el rand  sudafricano que también es moneda corriente en el país,  todos los productos básicos tienen su origen en Sudáfrica y a ella exportan su ganado, como ella ha adoptado la conducción a la izquierda, (téngalo en cuenta si piensa alquilar un coche) y el inglés como idioma oficial pero es común también el afrikaner. Los escasos años de dominación alemana han marcado indeleblemente a este país, su huella la convierte en un caso único. La toponimia es alemana (Lüderitz, Spitzkoppe, Twyfelfontein) y el alemán está también en uso, muchos turistas lo son y es que aquí, a pesar de la guerra que la segregó de la metrópoli, no hubo problemas, los alemanes que decidieron quedarse se quedaron, ello explica la existencia de  cementerios alemanes, monumentos a los caídos alemanes y lo que también llama la atención: paseando por cualquier población es posible que vea un letrero que indica la existencia de un museo, tenga curiosidad y vaya, verá cuan arraigada está la ascendencia alemana, para ellos la historia comienza alrededor de 1850 o algo más tarde.
Instalaciones hoteleras verá pocas, por ello si decide ir, es mejor que lo planee con cierto tiempo. Otra opción es acudir a las granjas que tienen servicio de hostelería a pequeña escala aunque suficiente, nunca será un turismo de masas, o bien tome una mochila y un grueso saco de dormir, ya que por las noches hace muchísimo frío y no se preocupe, hay infinidad de camping repartidos por el país y lugares para acampar libremente.
A pesar de que se conduce por la izquierda, es un placer circular por unas carreteras amplias, en su gran mayoría de tierra (la arena es omnipresente), rectas (aunque a veces siguen las ondulaciones del terreno) que invitan a correr... pero no lo haga, los animales salvajes y domésticos están siempre presentes. Párese de vez en cuando y observe que debajo de cada matorral hay una docena de cavernas de diversos tamaños que indican que, sobre todo de día, la vida se recluye en el subterráneo. No va a necesitar un 4x4 aunque nunca está de más pero no confíe demasiado en la capacidad del vehículo, la arena puede dejarle el coche apoyado en su barriga.
Si tiene posibles, no se preocupe, así como hemos dicho que hay camping,  hay también aeródromos para avionetas en todos los pueblos lo que se explica por las grandes distancias que hay entre poblaciones. Casi es más frecuente ver avionetas aparcadas que coches. De todas formas si no le alcanza para recorrer el país en avioneta o helicóptero, al menos no se pierda sobrevolar el Namib o mejor toda la mitad sur hasta la frontera con Sudáfrica. Si no hay palabras para describir el sabor de una cerveza, imagínese que se puede decir cuando unas montañas de arena roja se combinan con otras de arena dorada junto a un lago blanco, seco por supuesto. Observe como la perseverancia de unas aguas que cayeron antaño, hogaño dan lugar a cañones como el del río Fish, casi en la frontera sudafricana, el segundo mas largo del mundo. Vea las dunas arrancar con fuerza desde el rompiente de las olas, tienen más de doscientos metros de altura al lado mismo de la playa. Arrancan con tanta fuerza que ocupan de ochenta a cien kilómetros tierra adentro convirtiendo en fantasmas ciudades como Kolmanskop, cerca de Lüderitz, barcos como el Eduard Bohlen o los poblados que en un tiempo fueron diamantíferos. Es una tierra muy dura, quizá la que reúne más tragedias debidas a la humana ambición, comenzando por la del astuto Lüderitz que murió ahogado en el Orange. Téngalo en cuenta.
También la arena puede ser fuente de ingresos y diversión, en varios lugares de los alrededores del Namib encontrará ofertas para conducir quads, desplazarse a vela por la playa, pescar, lanzarse en parapente o bajar las dunas con un skateboard y si el presupuesto no le alcanza, no se preocupe bajarlas a pie o rodando es también muy divertido y es más barato.
Así como la costa puede ser terrible, entendiendo como costa bastantes kilómetros de tierra adentro, el resto del país es relativamente llano con suaves ondulaciones que hacen agradable la conducción, si tiene gasolina claro. El cuadrante Sureste forma parte del Kalahari con vegetación de arbustos y arena en abundancia. Aunque dicen que es tierra de bosquimanos, también los puede encontrar en una calle de Windhoek. Por cierto la palabra bosquimano parece tener un cierto tono despectivo, prefieren denominarse de la etnia san.
Hacia el norte, paralelo a la costa pero a una distancia más que prudencial, atravesará Damaraland, un paisaje semidesértico donde crece la Welwitschia mirabilis, la planta nacional, se trata de una planta de hojas alargadas de un verde oscuro que hunde sus raíces cientos de metros y que cuenta su vida por siglos. En Damaraland está el pico más elevado del país, el Brandberg y la pintura rupestre más famosa de Namibia, la “Dama blanca”, pero petroglifos y pinturas rupestres también encontrará más al norte, en Twyfelfontein (la fuente que a veces mana...y otras no) y en  las en Tsodilo Hills, las montañas sagradas de Botswana ya cerca de Angola. Permítame un inciso: cuando vea un mapa de Namibia verá mucho ríos en él, especialmente en Damaraland, no haga caso, todos están absolutamente secos y sólo se ve un valle verdeante con unos árboles de mayor talla que los arbustos que están en sus lindes, ahí se recluye la fauna salvaje y no sería raro que viera elefantes o jirafas paciendo en estos lugares. Hablando de ríos,  llama la atención que los límites del país sean precisamente ríos que llevan agua, el Kuiseb, el Okavango y el Chobe separan Namibia de Angola, el Zambeze de Zambia y el Orange de Sudáfrica. Como que la parte este no tiene ríos la frontera es absolutamente rectilínea, común a todos los países desérticos descolonizados.
A medida que se avanza hacia el norte, la vegetación ya permite la existencia del pastoreo extensivo. Es común ver chozas redondas techadas de paja y los kraal así como cabras y algunas vacas. Cuando se acerca la frontera angoleña, van haciéndose más regulares estas imágenes bucólicas, aún cuando no dejemos de pensar en la dura y aislada vida de esta gente. Cerca de la frontera, la existencia de ríos permanentes da lugar a campos cultivados y a flores propias del país tropical que es. Tenga cuidado en esta zona porque el fin de la guerra angoleña ha dado lugar a la aparición de bastantes armas que a veces se rentabilizan por el sistema del atraco. No es difícil encontrar gente que hable portugués porque durante muchos años ha sido tierra de refugiados angoleños. Esta zona es la más habitada del país.
Paralelo a la frontera angoleña pero más al sur, en tierras aún semidesérticas se encuentra otra joya, una joya enorme, de una extensión sólo ligeramente inferior al Namib ,el parque nacional de Etosha. Sólo está abierta al turismo la mitad oriental pero de un extremo a otro de esta mitad hay 140 kilómetros y sólo tres puestos donde bajarse del coche y tomar habitación o acampar, Okakuejo y Namutoni que son los únicos lugares de acceso y Halali a medio camino entre ambos. Lógicamente exigen entrada para rentabilizar la inversión pero no hay problemas de overbooking, la única condición, por otra parte común en Namibia, es entrar antes de que se ponga el sol. Etosha significa grande y así se denomina al gran lago seco que ocupa una cuarta parte del parque, del cual toma su nombre. Por el borde sur discurre la carretera principal que une los tres puntos habitables y de la que salen innumerables carreteras secundarias para hacer más fácil la visión de la vida salvaje. Con este mismo fin se han dispuesto unas charcas mantenidas artificialmente para que se concentre en ellas la vida de los alrededores que complementan las fuentes naturales escasas. No hay que decir que en cada uno de los tres lugares antes citados tienen su bacin, al cual acuden los animales de la zona tanto de día como de noche, es un espectáculo gratuito veinticuatro horas siete días por semana. Los demás abrevaderos sólo pueden verse de día. Los etólogos pueden disfrutar contemplando los comportamientos de los animales que por azar se encuentran frente a la misma necesidad, beber; como se establecen las jerarquías, casi directamente proporcional al tamaño; las horas a que acuden unos y otros grupos, una gozada créame.
Pero además de los grandes hay innumerables animales pequeños, los pájaros, que aunque se reparten bien por todo el territorio namibio aquí es enorme la variedad de especies, sobre todo en Namutoni.
Como en muchos aspectos de la vida, en Etosha puede ver mucho o poco pero hay variables que complementan el azar, el más importante es la frecuencia, cuanto más tiempo esté ante una charca más fácil le será contemplar animales raros, el elefante, la jirafa, incluso el rinoceronte, pueden considerarse aquí como habituales pero el leopardo es sólo para gente con fortuna o de una paciencia jobiana. Si tiene mala suerte y ha llovido en los días anteriores a su visita verá muy poco, aunque sólo será si es un gafe sin remedio. Procure atender la indicación de no bajar del vehículo porque la existencia de grandes depredadores es real y no abandone el camino, la arena puede dejarle clavado ante el dilema de incumplir tal orden so pena de quedarse a dormir en el vehículo hasta que le rescaten.
Si después de visitar Etosha, obligado para todo visitante, tiene más ganas de ver animales hay parques nacionales muy diversos, aunque mucho menores, repartidos por todo el territorio aunque una mayor densidad se da en la llamada franja de Caprivi. Se trata de una lengua de terreno de unos treinta kilómetros de ancho y cuatrocientos de profundidad que se intercala entre Bostwana y Angola penetrando en Zambia hasta alcanzar Zimbabwe. Como supondrá a estas alturas, se trata de un acuerdo entre las potencias coloniales, Alemania cambió la franja al Reino Unido por Zanzíbar. Esta franja tiene ella sola tres parques nacionales y la orilla norte del río Chobe, cuya ribera sur forma parte  del parque nacional de Chobe en Botswana, con una densidad de vida salvaje muy superior a la de Etosha.
Resumiendo belleza paisajística, grandes espacios abiertos, contrastes poblacional y de clima, deportes varios y por ahora todo a un precio asequible.

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