viernes, 17 de junio de 2011

Independencia, Japón y voto razonable

Bien es verdad que la naturaleza nos hizo un flaco favor al mezclar la razón objetiva y la emoción subjetiva. A grandes rasgos que podría llevarnos largas horas de debate para terminar en tablas, mezcló carne y espíritu, cuerpo y alma. No queda más remedio que aceptar que así es y a partir de aquí analizar los problemas que día a día nos ocupan.

Vamos a intentar aplicarlo a lo que el título nos sugiere. En Japón ha habido una catástrofe de dimensiones colosales, no cabe duda que el sufrimiento de ese pueblo es enorme y posiblemente dentro de muy poco tiempo se habrá recuperado materialmente. Bien, supongamos que la parte norte de Japón formara un territorio independiente. La recuperación requeriría de la ayuda internacional, si nos dejamos de eufemismos, de la caridad internacional. Si somos más desconfiados podríamos hablar de que intereses geoestratégicos podrían marcar el destino de ese hipotético país independiente durante muchos años ya que tendría que inclinarse ante la perentoria necesidad y aceptar las imposiciones de su generoso misántropo. Ejemplos tenemos en abundancia, pongamos Cuba, a partir de los 60 vendió el azúcar a precio político, cuando su posición geoestratégica perdió valor también lo hizo el precio del azúcar subvencionado y el país se hundió.
Formar parte de un país grande tiene sus ventajas. Si lo comparamos con una compañía aseguradora, los clientes mantendrán sus propiedades a pesar de los avatares de la vida a cambio de una cuota proporcional simplemente porque la desgracia no afectará a todos ellos.
Es curioso que en la sociedad occidental las afinidades interpersonales, la identidad como se predica, se corresponden más con intereses profesionales, deportivos, económicos que anímicos. Son tema de conversación y de relación. Indudablemente la pertenencia a un territorio es uno de ellos pero está muy lejano el día en que la Patria dejó de ser un factor fundamental, personal. Un banquero o un obrero francés, catalán, vasco, castellano, gallego o andaluz tienen una mayor afinidad y posibilidad de relación interpersonal que entre individuos que sólo tienen en común el gentilicio. No creo que hagan falta encuestas para constatar lo dicho, pero sí un estudio profundo por parte de la Psicología.
¿Por qué en una sociedad cada vez más materialista se incrementa el fenómeno “identitario” territorial? Hay dos explicaciones no excluyentes y complementarias por parte de dos facciones sociales.
Los idealistas, en los que hay un mecanismo psicológico compensatorio. Frente a la materialidad agobiante de la vida moderna, este tipo de personas reaccionan anteponiendo su deseo anímico de que forman un conjunto armónico de sociedad ideal en que la solidaridad entre sus miembros compensará los problemas materiales que puedan aparecer. No quieren pensar que el banquero o bancario de su barrio le deshauciará si no responde a sus obligaciones hipotecarias porque en ese mundo ideal que necesita psicológicamente no existirá tal “degradación”. Intenta ignorar que el banquero necesita liquidez para prestar al empresario que tiene que pagar la nómina mensual a sus trabajadores. Es la lucha eterna entre razón y fe.
La otra explicación, la materialista, complementa a la anterior y de hecho es mayoritaria. El fenómeno “identitario” tiene hoy un componente curioso, son las zonas ricas las que muestran mayor inclinación a la segregación. La solidaridad “patria” obligatoria debe derivar en todo caso en una caridad voluntaria y “La caridad bien entendida empieza por uno mismo”. Recuerdo el caso cierto de un terrateniente leridano que en las primeras elecciones democráticas votó a los comunistas y cuando sus amigos le preguntaron sorprendidos la razón de su voto afirmó sin ruborizarse: “Porque entre las tierras que tengo y las que me tocarán después de repartir tendré más”. La foto actual, territorio más rico o menos pobre crematísticamente hablando intenta deshacerse del lastre de los menos ricos o más pobres. Pero en lugar de una foto pongamos un video histórico y veremos que antes los territorios ricos eran los del interior, luego lo fueron los de la costa. En España, Castilla era la rica, Cataluña la pobre. En líneas generales fue así, pero olvidamos el detalle del personal de a pie, el castellano, el vasco o el gallego o el catalán eran pobres de solemnidad. Maravillas de la política de aquellos tiempos el rey común de estos territorios se gastaba los dineros en mantener su patrimonio europeo. Cuando este sentido patrimonial se diluye con la Ilustración del XVIII y va apareciendo el Estado, la fortuna de los territorios se invierte y Cataluña es la rica y Castilla la pobre precisamente por la aparición del denostado Decreto de Nueva Planta que permite a los indianos hacer fortuna en los territorios castellanos hasta entonces e importar mano de obra de otros territorios estatales. Aparece así la foto fija actual. ¿Será así siempre? Siguiendo el hilo de lo dicho ¿No es factible con este razonamiento que recordáramos las diferencias entre la “Catalunya Nord” y el resto de Catalunya?
Este materialismo provinciano, diría incluso aldeano, de cortas miras máxime en el mundo de hoy, fomentado por políticos profesionales muy contemporáneos, muy integrados en otra de las actitudes actuales, la inmediatez, manipulando a sus actores, los que hemos denominado idealistas, intentan crear al margen de la sociedad real un ente ideal-material que les habilita como representantes gracias a un voto no racional y este tipo de voto puede generar una fractura social importante que muy probablemente no comportará la fractura territorial ¿deseada?

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