domingo, 12 de junio de 2011

Myanmar la tierra dorada

(Los datos aportados corresponden a 2002 y pueden haberse alterado) 
Birmania se ha convertido en estos últimos tiempos en un destino turístico importante, tiene mucho que ofrecer,  que enseñar, y algo que en los últimos tiempos viene valorándose mucho por los que visitan un país extranjero, tranquilidad y seguridad, desde luego dentro de un margen.

Myanmar, la hasta 1990 conocida como Birmania, Burma para los ingleses, es denominada “la tierra dorada” por la propaganda de su régimen político, una dictadura que intenta abrirse al mundo y atraer turistas e inversiones occidentales, aunque dentro de un orden, en pasos de danza y contradanza poco previsibles, por ahora.
La Unión de Myanmar, el nombre oficial, agrupa siete divisiones birmanas y siete estados periféricos que de sur a norte y de oeste a este son: Ratkine, Chin, Kachin, Shan, Kayah, Mon y Kayin.
 Esta nueva denominación, Unión de Myanmar tiene no obstante su fundamento, era la denominación del reino birmano antes de que fuera colonizada y rebautizada por la potencia colonial, el Reino Unido a fines del siglo XIX sobre la base de la etnia mayoritaria. Además de deshacerse de un lastre colonial, los dirigentes con ese cambio de nombre han querido significar que un Estado es sólo una unidad administrativa en la que caben no sólo los birmanos, sino todos los pueblos montañeses que incluyen 67 etnias distintas que forman siete grupos principales, todos ellos de origen tibeto chino: arakanes o ratkines, chin, kachin, shan, karen, mon y birmanos. Más o menos cada etnia principal se corresponde con un estado excepto los karen que se distribuyen en varios estados del este y en Tailandia.
No obstante, no hay una correspondencia exacta entre etnias y estados, se trata de una mayoría más o menos específica para cada uno de ellos.
Si esto no fuera poco, en el llamado Triángulo de Oro, la confluencia de Myanmar, Laos y Tailandia, están los señores de la droga ya que es una zona donde se cultiva y comercializa el opio, planta de la que Myanmar ha sido y es uno de los países productores en gran escala.
Los movimientos secesionistas de algunos estados están originados por diversos motivos: por motivos religiosos, Rakhine que es mayoritariamente musulmana pretende la secesión, lo que ha dado lugar al establecimiento de campos de refugiados en la vecina Bangladesh; por motivos de preeminencia, los estados Shan y Mon fueron antes de la unificación poderosos reinos regionales; por motivos étnicos, los karen mantienen una activa guerrilla separatista que es la causa de las malas relaciones de Myanmar con la vecina Tailandia que tiene también problemas con esta etnia y donde se encuentran campos de refugiados de los karen myanmareños. Tambien hay un fondo étnico en los movimientos secesionistas de los estados Chin y Kachin.
A estas dificultades, llamémosles naturales, se añaden las provocadas por los señores de la droga que aún dominan la zona del Triángulo de Oro, donde disponen de un control casi absoluto.
Parece que poco a poco el gobierno ha ido pactando con los diversos grupos étnicos y excepto los karen, en la zona este hay una tregua y un principio de acuerdo tras diversos pactos firmados en 1993, 1996 y 1998. No sucede así con el problema de la droga que permanece enquistado aunque restringido.
Otro problema político es el de la dictadura que se estableció en 1988 para derribar al gobierno, así mismo dictatorial, que había impuesto la “via birmana al socialismo”, que resultó un fracaso económico y la causa de que sea Myanmar uno de los países más pobres del mundo, cuya renta per cápita no llega a los trescientos dólares (España pasa de los 18.000). Los golpistas de 1988 propusieron que en 1990 se celebraran comicios electorales. Así fue pero ganó el partido de Aung San Suu Kyi, hija del general liberador, el padre de la patria birmana Aung San. Ante tal éxito, los militares reaccionaron anularon las elecciones arguyendo que la Constitución impide que acceda al poder una persona relacionada con extranjeros y Aung San Suu Kyi estaba casada con un inglés. Fue arrestada en su domicilio a pesar de que le fue concedido el Premio Nobel de la Paz en 1991 como reconocimiento a su labor y a la resistencia pasiva al régimen militar. La reclusión a la que se la ha sometido es tal que la circulación ante su casa, la Avenida de la Universidad 54 de Yangon, ha estado totalmente controlada impidiéndose absolutamente  el paso entre los números 30 y 70 de la citada avenida. A finales de Abril por fin ha sido liberada sin que se conozcan muy bien los motivos por los cuales el gobierno ha tomado esta decisión.
Esta maraña política explica que haya zonas del país que estén absolutamente vedadas al extranjero: los estados de Kayah y Chin. Otras lo están parcialmente, como los estados  Rakhine Shan, Mon Kachin y Kayin y algunas de las divisiones, donde sólo se puede acceder a escasas ciudades y sólo en grupos dirigidos por un guía oficial. Incluso algunas sólo son accesibles por aire ya que las carreteras de acceso pueden dar sorpresas.
Más dificultades: disputas fronterizas con Laos, India y Bangladesh hacen que prácticamente las fronteras terrestres estén cerradas al extranjero y que por ello sólo se pueda acceder al país por aire (Yangón y Mandalay son las ciudades que tienen aeropuertos internacionales), o por mar.
Myanmar limita al oeste con Bangladesh e India con las cuales no mantiene relaciones, tampoco son muy cordiales las que tiene con Tailandia y Laos al este. Sólo son francas las que tiene con China con la cual tiene importantes intercambios, jade y piedras preciosas hacia China y manufacturas textiles hacia Birmania aunque no siempre se hacen por los puestos fronterizos, hay bastante contrabando entre ambos.
Este panorama es teóricamente poco tranquilizador, pue no lo crea. Myanmar es un país encantador y seguro para el visitante que se limite a las zonas permitidas que representan algo más del 50 % del territorio y que incluyen las zonas de mayor interés. El myanmareño es acogedor y cordial, siempre con una sonrisa franca, sin dobleces. Debe ser como una señal de identidad ya que en el Museo etnológico de  la capital del estado Shan, Taunggyi, se exhiben unas figuras representativas de sus diferentes etnias con sus vestidos y tocados diversos pero con un factor común, todos exhiben una sonrisa cautivadora. Este es el mayor capital del país. La forma de vestir es común, el longhi, una especie de falda tubular, normalmente de algodón, casi unitalla y unisex pues lo llevan tanto hombres como mujeres. Lo más curioso de esta prenda es que no lleva cremalleras, botones, cinturón, nada, escuetamente la ropa y es que el longhi tiene truco: su anchura es al menos tres veces la de la cintura lo que permite que se haga un pliegue doble para ajustárselo, no es propiamente un nudo, les queda tan ceñido que llevan incluso la cartera en la cintura. No necesitan ni bolsillos. Los hombres llevan el pliegue en el centro y las mujeres a un lado. Si necesitan la prenda más corta simplemente el pliegue es mayor y si para jugar a pelota quieren lucir pantalón corto solo hay que pasar el borde inferior trasero bajo las piernas y recogerlo de nuevo en la cintura. En conjunto es una prenda multifuncional y sencilla, probablemente más, imposible. Se complementa con una blusa o camisa sin particularidades y con unas chanclas lo que les permite descalzarse con facilidad y acceder a las pagodas o al hogar, lugares donde se debe ir descalzo, sin demasiados inconvenientes.
La sociedad myanmareña es recatada, no son bien vistas las prendas occidentales que dejan al descubierto o insinúan el físico. Donde más se nota es en las pagodas donde se exige el máximo decoro. Hablamos de pagodas pero también existen mezquitas y templos hindús, aunque la religión mayoritaria es la budista (90%). Sólo en Rakhine, el estado de la costa occidental tiene gran número de musulmanes.
La religión budista, fundada por Gautama Sidharta en el siglo V AC en la India, se expandió por el subcontinente hasta llegar a Ceylán de donde partieron monjes misioneros que alcanzaron la costa de Myanmar y del Sudeste asiático. Los primeros en convertirse a la nueva religión fueron los mon en la costa sur y este y los del reino de Arakán (Rakhine) en la costa oeste, lo que explica que las pagodas más antiguas se encuentren en la zona costera. La zona de Mrauk-U, donde se encuentran numerosas pagodas datan de varios siglos antes de Cristo. También la pagoda Shwedagon de Yangon y la de la Roca dorada en Kyaikhto se remontan a estos primeros tiempos del budismo. En el siglo X DC el rey de Bagan, Anawarata, se convirtió al budismo por las enseñanzas de un monje mon, fue tal su admiración por la nueva doctrina que se apoderó de las reliquias y libros sagrados que tenía el reino Mon, hizo prisionero a su rey, Manuha y se anexionó el territorio. Por lo visto las conquistas siempre se han hecho en nombre de grandes ideales.
El budismo a partir de Buda y ya en sus primero tiempos tuvo el primer cisma dando lugar a dos corrientes principales, la Theravada y la Mahayana, el pequeño vehículo y el gran vehículo respectivamente. Se diferencian fundamentalmente en que los primeros sólo reconocen las enseñanzas del Buda y los segundos admiten textos e interpretaciones posteriores. Hay pues pocas diferencias entre ambas corrientes. La Theravada se sigue en Sry Lanka y en el Sudeste asiático, Myanmar incluida, el resto del budismo, Tibet, China, Mongolia, Japón corresponde a la Mahayana.
El budismo de Myanmar se considera pues el más originario, está exento de aspiraciones teocráticas como el budismo lamaísta del Tibet o de la permisividad del budismo tántrico. A diferencia del hinduismo no reconoce la existencia de castas y tampoco reconoce la existencia de un Dios pero no la niega. Se trata de un aceptar las cosas como son, huyendo de los extremos del egocentrismo y del ascetismo, predica la tolerancia y la correción en todos los aspectos de la vida, de tal forma que el premio a una vida correcta y respetuosa es la ruptura de la rueda de las reencarnaciones y así lograr el Nirvana que es un no ser, una nada gloriosa.
El budismo no exige nada, es permisivo. Esta permisividad es patente en Myanmar, donde junto al Buda se veneran unos espíritus específicos de esta tierra, los nats, cuyo número oficial es de 37 pero hay otros muchos secundarios, sin que por ello haya un conflicto intelectual ni metafísico. Parecen corresponderse a los dioses prebudistas de la zona. El santuario más importante para estos espíritus es el Monte Popa, un montículo volcánico semejante al griego del monasterio de Meteora. Al igual que en éste la cima del Monte Popa, cercano a Bagan, está ocupado por varias capillas donde coexisten las imágenes de Buda junto a las de los nats, aunque aquél tiene siempre la preeminencia.
El budismo ensalza la vida monástica como un estado superior, exige a sus monjes y monjas, no mortificaciones gratuitas sino dominio de las necesidades del cuerpo. Una comida al día por la mañana, ausencia total de adornos, por eso se afeitan el cráneo, y voto de castidad son las manifestaciones externas más relevantes junto a una forma de vestir especial, el hábito de característico color rojo ceniza para los hombres y rosa para las mujeres. No todos los monjes lo son de por vida, puede ser una forma temporal para adultos o una etapa de formación para los niños que aprenden en los monasterios los fundamentos de su religión- filosofía.
El protagonismo que tiene el monje en el budismo es el origen de la gran cantidad de monasterios repartidos por el país. Especialmente en el área de Sagaing y Mandalay, en el centro del país, donde son abundantísimos. Los hay muy simples, a veces es un solo monje en un sencillo recinto de madera, como el de  Ywa Thit de Nyaung Shwe o una agrupación de varios edificios que acoge a centenares de ellos como en el Maha Gandayow de Amarapura. El monasterio (kyaung) Shwe de Mandalay es quizá el más bello, está todo él tallado en madera de teca.
El monje debe recolectar de los feligreses su sustento, se dice que tienen prohibido tomar dinero o cosas que no sean propiamente comida, aunque no lo rechazan  y de hecho lo solicitan muchas veces. Son muy curiosas las agrupaciones de monjes que, armados con su preceptivo cuenco y en fila salen del monasterio a primera hora para pedir el sustento diario. También en comunidad toman a media mañana la única comida del día.
Es pagoda donde haya una imagen de Buda, es un recinto sagrado que exige el máximo respeto, la mayor corrección en el vestir y en el hablar y, por supuesto, entrar descalzo. La forma arquitectónica de las pagodas es muy variable, la más común es la forma de stupa, es decir, una forma compacta constituida por una construcción en forma de campana redonda sobre un pedestal poligonal escalonado y coronada por un paraguas metálico del que penden campanillas que suenan al ser agitadas por el aire. La “campana” de las grandes pagodas está revestida generalmente de una capa dorada, de aquí el título de Myanmar tierra dorada aunque la inmensa mayoría son blancas.
Una variación en este tema lo forman las escasas pagodas cuya “campana" está recubierta de mosaico vidriado lo que les da un aire de espejo muy atractivo.
A veces las pagodas no son edificios compactos, sino que se corresponde más al templo donde la figura del Buda está en su interior y no alrededor de la “campana”.
Pero también son pagodas las cuevas, naturales como las de Pindaya, donde se custodian más de ocho mil imágenes de Buda, o las que han sido excavadas en la roca por el hombre como las de Po Win Daung, cerca de Moniwa, similares a las de Ellora y Ajanta de la India aunque más recientes ya que datan de los siglos XIV a XVII.
Si bien no hay en Myanmar un lugar desde donde no se divise una sola pagoda, los alrededores de Sagaing, Mrauk-U y Bagan baten todas las marcas, especialmente en este último lugar se han contabilizado más de 2500 en una superficie de cuarenta kilómetros cuadrados, datan de los tiempos en que Bagan fue capital del reino birmano entre los siglos X y XV. Actualmente la UNESCO está realizando una encomiable labor de reconstrucción y restauración de la zona.
Algunas pagodas tienen el honor de contener en su interior, según la tradición, pelos o dientes de Buda. La pagoda de la Roca Dorada, una pequeña pagoda de algo más de siete metros de altura que está sobre una roca redondeada de unos cinco metros de diámetro que a su vez está sobre otra en un plano inclinado en un inexplicable equilibrio, dicen que ha resistido numerosos terremotos desde su construcción, varios siglos antes de Cristo, precisamente por contener un pelo de Buda que la sustenta.
Si diferentes son las pagodas, también lo son las imágenes de Buda que en número variable se veneran en ellas. El Buda, generalmente está en la posición del loto, (sentado sobre un pedestal, con los pies cruzados), con la mano izquierda recogida y la derecha por delante de la pierna hasta tocar el suelo, dicen que está poniendo la tierra por testigo de su iluminación. Pero junto a esta forma básica también hay figuras del Buda de pie como en el templo de Ananda en Bagan o reclinados como indicando que está impartiendo su doctrina. Esta forma es la que permite las imágenes mayores, 70 metros el de la pagoda Chaukhtagyi de Yangón, 55 el de la pagoda Shwethalayaung de Bago y el de 200 metros el que se halla en la falda de la colina de Moniwa.
Si el tamaño de los Budas es diverso también lo es el material con el que han sido construídos, ladrillo y estuco es lo habitual, pero también los hay en piedra, tallados sobre la misma roca como en las pagodas trogloditas, muchos de los cuales además están lacados, La pagoda Kyauktangyi de Mandalay tiene una imagen de Buda de más de seis metros, realizada en un solo bloque de mármol. No faltan las imágenes de bronce, la más antigua es el Buda de la  pagoda Mahamuni de Mandalay que estaba en Mrauk U y que a finales del siglo XVIII  fue trasladada a la capital de entonces. Según la leyenda fue fundida en tiempos de Buda tomándolo directamente de modelo, por ello es la imagen más venerada del país.
Desde luego podemos concluir que si la religiosidad de un pueblo se puede medir por el número de centros de culto y de imágenes, de Buda en este caso, Myanmar es sin duda el país más religioso del mundo.
Pero hay más, los orientales se han distinguido siempre por su exquisito gusto, el lujo, el refinamiento se muestra en las numerosas piezas de artesanía que se ofrecen al mercado. Comencemos por las piedras preciosas. Myanmar es uno de los países más ricos en la extracción de piedras preciosas como el rubí y el zafiro. El centro de extracción más importante es Mogok, al norte de Mandalay, un lugar que en ocasiones está abierto al viajero y otras no. Desde este centro se exporta tanto el material bruto a talleres de joyería de Occidente y China, como tallado. Así se venden en las joyerías del país e incluso le son ofertados al extranjero en la calle. El mercado central de piedras preciosas se localiza sobre todo en Taunggyi, capital del estado Shan. Si conoce la materia puede hacer un buen negocio, siempre y cuando no se lo confisquen en la aduana al salir del país. Para evitarlo se pueden comprar en tiendas exigiendo el comprobante de compra.
Nada despreciable es el apartado de piedras semipreciosas, jade y lapislázuli sobre todo que es exportado a China, no siempre por vías legales. Las tallas que se muestran al forastero son excelentes, de una muy buena calidad y sobre todo un precio que lo hace asequible a los turistas menos pudientes.
Si hasta aquí hablamos de bellos artículos de lujo, no menos bellas son las tallas en las diferentes maderas nobles de las que dispone el país, la más corriente es la teca, la más rara, el ébano y entre medio todo tipo de maderas duras tropicales. Pero la calidad de la madera no es todo, los tallistas son verdaderos maestros de la filigrana que realizan tanto esculturas más o menos grandes, como piezas no ornamentales como muebles, marcos, biombos…El hotel Kandawagi de Yangón realizado totalmente en madera es una muestra realmente exquisita de lo que puede llegar a realizarse en un país pobre pero con un refinamiento encomiable.
Son también notables las excelentes piezas de bronce que fundidores de todo el país realizan en fraguas que se extienden por todo el territorio ya que son negocios familiares. Generalmente son motivos mitológicos, nats, demonios y espíritus del mal, guerreros. Todos ellos son muestras del gusto oriental por el detalle, están repujados o grabados con ese horror al vacío que les es tan característico.
Más alejado de nuestros gustos occidentales están las marionetas. El teatro de marionetas, muy extendido durante el imperio de Mandalay, fue decayendo durante la dominación británica. Hoy queda reducida a pequeñas intervenciones de maestros marionetistas empeñados en que este difícil arte no muera, aunque según comentan ellos mismos si no fuera por el turismo probablemente ya habría desaparecido. Es de destacar el teatro de Mandalay, sencillo en su aspecto externo, pequeño, su aforo no excede de ciento cincuenta personas pero con un plantel de profesionales de primera magnitud que ofrece a diario sus representaciones para turistas. Vale la pena. Junto al arte de su manejo existe paralelamente una industria de confección de marionetas, así mismo destinadas al comercio del souvenir. Hay que hacer notar que a pesar de su prosaico destino tienen la calidad de las que se ven en los escenarios por lo que si uno es paciente puede llegar a la maestría.
El turismo a Myanmar, hoy por hoy es esencialmente cultural por diversas razones. En primer lugar la política: ya hemos dejado entrever que hay problemas y que las zonas visitables son las centrales. Sólo algunas playas cercanas a la desembocadura del Ayeyarwady son accesibles y además no son agradables en época de monzones ( Junio – Octubre) ya que las intensas lluvias enturbian las aguas. La religión budista, su austeridad, así como el recato de los myanmareños no contribuyen al jolgorio erótico, común en otros países de la zona. No parece que las autoridades estén dispuestas a sacrificar su concepto de la rectitud y las discotecas, que las hay en las grandes ciudades, cierran a las once de la noche. Tampoco son visibles elementos del lumpen que a veces se ven en algunos locales del género en otras latitudes. Así pues, no es destino para el turista sexual. El tráfico o posesión de drogas de cualquier tipo está severamente penado como en todo el sudeste asiático. Hay plantaciones de adormidera pero cada vez es más reducida. Hace veinticinco años había plantaciones en los alrededores del Lago Inle, hoy son plantaciones de arroz de montaña, de té o de maíz. La adormidera, acantonada en el Triángulo de Oro se dirige a la exportación bajo la supervisión del ejército particular de los traficantes en una zona donde el estado no ha logrado aún imponerse. Así pues, esnifadores y asimilados, abstenerse.
Tampoco es tierra para amantes de la fauna. Podrá contemplar jorobados cebús y búfalos de agua para trabajar en el campo, aunque se ve ya algún tractor, pero poco más. Podrá evidenciar que a pesar de que se considera insalubre por la existencia de paludismo endémico, le será difícil ver un mosquito, de todas formas la prevención nunca sobra, para ello los antipalúdicos de síntesis (una pastilla a la semana es suficiente) y un repelente de mosquitos se bastan. La vitamina B6 es un buen repelente, sin peligro de sobredosis y eficaz, el único inconveniente es que el sudor “se nota”. La porción visitable del país está extensamente dedicada al cultivo, arroz, caña de azúcar, etc. y no hay peor enemigo de la fauna que el agricultor, por tanto dese por satisfecho si logra divisar una garceta, será lo más que pueda ver si no visita el Zoológico de Mandalay o de Yangón. Es éste, un parque no demasiado grande y de concepto demasiado clásico de jardín zoológico, perfectamente prescindible pero contiene un Museo de Historia Natural que es una joya en su colección geológica, sobre todo su colección de fósiles, ya que al ser un terreno de aluvión se ha favorecido la formación de fósiles. Se pueden contemplar dientes de dinosaurios de todo tipo.
Si el naturalista se decanta por la botánica cambia totalmente la perspectiva: el trópico hace que cualquier campo abandonado tenga el aspecto de un cuidado jardín. Myanmar es uno de los primeros exportadores de orquídeas del mundo. Una bella colección de estas flores se encuentra en el precioso Jardín Botánico de Pin O Lwin ( antes Maymyo).
En los alrededores del Lago Inle puede practicarse el senderismo pero para los practicantes de este deporte les resultará de poco provecho ya que la zona visitable no es precisamente espectacular. Se puede llegar a visitar aldeas en la montaña de algunas etnias minoritarias pero no difieren demasiado de las que están en el llano. Algún desaprensivo exhibe a alguna mujer “jirafa” del grupo palaung pero no se recomienda el espectáculo.
Tampoco espere ver elefantes, bastante comunes en el Sur de Asia, trabajan en la industria maderera y no están tampoco al alcance del viajero medio. En las cercanías de Taungoo hay un campo de adiestramiento de estos animales pero se requiere un permiso gubernamental que a veces se concede y otras no.
Como contrapartida, el turista puede deambular a cualquier hora del día o de la noche, en la ciudad o en los pueblos. Puede sentarse en cualquiera de los numerosísimos tenderetes o restaurantes repartidos por todo el territorio con absoluta libertad. Nadie le molestará. Puede que alguien pida limosna pero es asombroso su escaso número si lo comparamos con el bajísimo nivel de vida.
La moneda nacional es el Kyatt  (se pronuncia chat). El viajero puede cambiar su dinero, normalmente dólares, por chats (con la introducción del euro seguramente a partir del 2002, se aceptará también esta moneda). Pero también alcanza hasta aquí la política: el cambio oficial está enormemente sobrevalorado por lo que hay un abundante mercado negro que ofrece mucho más. No hay que ir a buscar, viandantes y tenderos ofrecen este servicio con la mayor naturalidad. Las autoridades conocen el sistema y han ideado una contrapartida: el FEC. Este acrónimo se corresponde a certificados de cambio extranjero, no es más que un papel moneda que se corresponde al valor de un dólar y obligan al extranjero a cambiar doscientos dólares por doscientos FEC. No significa nada, sólo que a la salida si le sobran FEC no se los recambiarán por dólares. Es decir, el gobierno se asegura que el turista gastará al menos esta cantidad, pero el FEC es así mismo canjeable por chats, aunque a un cambio ligeramente inferior. De todas formas la entrada a pagodas y museos, los viajes en tren o avión, algunos hoteles y restaurantes del gobierno pueden pagarse en FEC. Así pues hay que llevar una doble contabilidad y si no se lleva se pierde algo en el cambio pero poco.
Originalidades del régimen curiosas además del FEC: algunos lugares considerados globalmente turísticos, Mingún y Bagan por ejemplo, obligan al visitante a pagar una cantidad, 3 o 10 dólares o FEC. El mero hecho de poner el pie en aquella artística tierra, es el motivo de la tasa, aunque realmente son museos al aire libre.
Otro hecho sorprendente es que los viajeros pueden hablar libremente, (si el idioma no fuera una barrera), con los naturales del país pero cuando se trata de viajar en barco, deben contratar uno ex profeso. No pueden ir en un mismo barco extranjeros y nativos, en el río por lo visto hay diferencia de clases. ¿Será que el grupo de armadores constituye un poder fáctico? Puede ser, pero lo más probable es que se trate de una reglamentación destinada a proteger al extranjero contra el riesgo de naufragio que no sería nada raro dada la hiperpoblación que muestran las barcazas. La tripulación de estas embarcaciones fluviales consta de tres personas, el piloto, atento al timón, el mecánico por si acaso aquél fatigado motor de camión falla y el tercero tiene una labor insustituíble, es el que acciona la bomba de achique que no es más que un artilugio igual al que se usa para vaciar los bidones, pero funciona.
Si al viajero le gusta ir por su cuenta puede hacerlo dentro de la zona marcada, usando el transporte público terrestre o si tiene posibles alquilando un coche pero con conductor. Pasa también en India y otros países del entorno. No es que desconfien de la pericia de los conductores extranjeros, es que las carreteras son pésimas, la velocidad media no llega a los 30 km/h pero incluso resulta excesiva por la abundancia de ricksaw, bicicletas y viandantes. Se circula por la derecha, otro de los gestos del gobierno para erradicar la memoria del colonialismo pero la inmensa mayoría de automóviles llevan el volante a la derecha. Incluso los que tienen la fortuna de comprar uno nuevo, japonés naturalmente, lo encargan también con el volante a la derecha y es que hay poco tráfico. Adelantar en ruta no es demasiado problemático: se ponen las ruedas en la cuneta izquierda y se acelera un poco, casi se puede estar seguro de que no viene nadie en sentido contrario, pero ¡ay! el problema está en la circulación normal y si el volante está a la derecha se afina más para sortear bicicletas y peatones. Otro inconveniente que se le presentaría al conductor extranjero sería el que los escasos indicadores están en alfabeto birmano. Es un alfabeto propio, parecido al tibetano que se creó en el siglo XV. Parece que en esta parte del mundo cada país tiene hasta alfabeto propio y por tanto no apto para occidentales.
Al ser un problema el transporte, las compras son mejores en los lugares de producción, lacas en Bagan, marionetas y bordados en Mandalay, tallas de madera en Bago y Taungoo, bronces y sedas en el Lago Inle, piedras preciosas en Taunggyi y a ser posible en Mogok, con las reservas previamente apuntadas. De todas formas los mercados Zegyo de Mandalay y sobre todo el Bogyoke de Yangón tienen un maravilloso panel de exposición de los muchos objetos que ofrece el arte y la artesanía myanmareñas. En productos turísticos no se olvide de regatear aunque a veces duele el alma porque los precios son muy pero que muy modestos y por ahora se puede decir que son buena gente.

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